Destino: Japón

domingo, 5 de junio de 2011

13 de Marzo

El domingo nos llamaron de la conserjería de los apartamentos para decirnos que hiciésemos acopio de velas o de linterna, alimentos y de agua para unos días. La verdad es que tranquilizaba poco el mensaje pero lógicamente dadas las circunstancias ni me planteé no seguirlo. Suelo tener en casa comida para un regimiento, así que la comida no sería un problema. Decidí ir a comprar el resto.

Tengo un supermercado cerca del apartamento pero nos dijeron que ni nos molestásemos en ir, no debía de quedar nada, así que me fui a unos grandes almacenes, algo parecido a El Corte Inglés, no me pareció posible que allí hubiese sucedido lo mismo. Está a una media hora y dar un paseo me vino muy bien, aunque a mitad de camino empecé a pensar en las posibilidades de que hubiese alguna replica grande y me pillase lejos de casa.

Cuando llegué, antes de ir al supermercado, intenté comprar una linterna y velas, fue del todo imposible. No quedaba nada. La gente había sido más rápida que yo. La verdad es que el hecho de no tener luz no me preocupaba, lo hacía más el no tener agua.

El supermercado está en la planta baja. Cuando fui bajando por la escalera mecánica, lo primero que vi fueron largas colas para ir a pagar en cada uno de los cajeros



Lo primero que sentí fue in tremendo silencio. A pesar de toda la gente que había, apenas se oía a nadie. Me impresionó mucho. Lo primero que vi fue la zona de las verduras y la fruta. Parecía haber como en cualquier otro día, así que aproveché y compré un poco de todo. Cuando fui hacia el resto de las zonas me encontré la desolación.


Compré una de las pocas, 2 ó 3 bandejas de carne que quedaban.



Nada de pasta, ni arroz, ni cereales, ni galletas ni miles de productos más. Nada de agua, ni de té. Compré un cartón de leche. Quedaban muy pocos y me dio mucho apuro llevarme más, pensé que ya me arreglaría.



Cuando compré lo que pude, me puse a la cola. Faltaban todos los alimentos considerados como de primera necesidad. Entendí por qué quedaban tantas verduras. Reinaba el silencio más absoluto




Hice mi cola y me volví a casa.

Se ha escrito mucho sobre el comportamiento de los japoneses durante esos días. Creo que todos los medios han destacado su civismo. Tengo que decir porque lo he vivido, que nadie empujaba a nadie para ver si podía arrebatar lo que el otro pensaba coger. La gente guardada respetuosamente su turno, nadie chillaba o gritaba, no había aceleramientos ni tensiones. Como he dicho a mi familia, agradecí mucho en tal terrible episodio estar en un país con un sentido tan alto del civismo, no quiero imaginar el saqueo que podría haber en otro sitio.

La buena noticia es que cuando llegué con toda mi compra a casa tuve la llamada de mi jefe para decirme que se preparaba un vuelo para sacarnos de Japón hasta que la situación no fuese más estable

El lunes siguiente volé de vuelta a España con una sensación de alivio y de tristeza tremendo. Ha sido con diferencia a día de hoy, la situación más dura que he vivido. Ahora estaría más preparada. Esperemos que no se vuelva a repetir, por este país lo primero.

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